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lunes, 21 de julio de 2014

Pippi Calzaslargas

Siempre había pensado que cuando tuviera un hijo le enseñaría la serie de Pippi para que disfrutara igual que lo hice yo. Es más, siendo ya mayorcita, mayorcita que ya estaba independizada, me regalaron la colección completa de la serie en DVD y ahora ha llegado el momento de sacarle partido.




Desde bien pequeñito yo ya le ponía a Pintxo frente al portátil para que estuviera entretenido mientras me duchaba. Le solía poner Baby Einstein, no para que me salga un cerebrito de niño, no soy tan ingenua, sino porque era lo único que le mantenía entretenido durante los 20 minutos que necesito para prepararme. Empezamos con Baby Mozart, luego Beethoven, según se iba haciendo mayor pedía más estímulos y empezamos con Van Gogh y Shakespeare, luego Baby da Vinci, Baby Newton, Old McDonald y al final la Orquesta. Se lo pasaba pipa el tío. Y cuando ya tocamos casi toda las disciplinas artísticas, decidimos cambiar de serie.

Hace poco empecé a ponerle capítulos de Pippi, también desde el portátil, y veo que está aún más formal que con Einstein. Es algo increíble de qué manera le ha enganchado. Ahora me da tiempo no sólo de ducharme sino de darme body milk, secarme el pelo, ponerme las lentillas, lavarme los dientes y hasta maquillarme un poco, y lo mejor de todo es que todo esto ¡a solas en el baño! A veces hasta se me olvida que Pintxo está en casa.

Ahora me tengo que agenciar del DVD que les regalé a mis padres y no lo usan para nada, para sustituir a aquel que se nos estropeó a nosotros y no lo hemos echado de menos porque ya no vemos películas. Pero ahora me apetece desempolvar la colección y volver a ver la serie en la tele, sentada en el sofá.





Y es que Pippi es la amiga que a todo niño le gustaría tener, una amiga cuya compañía garantiza aventura y diversión. Es la anarquía personificada y se hace querer por ser tan original, descarada, espontánea, simpática y creativa. Yo también me lo paso pipa viéndola!






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